domingo, 9 de diciembre de 2012

AL FINAL… TODO SALE BIEN.

     Este sábado hemos completado una vez más la ruta que nos lleva hasta el Mingoliva. Una ruta que ha empezado mal, mal… desde la planificación hasta el arranque. Hemos salido como siempre temprano, a las 8, con las primeras luces del día iluminando nuestras caras (bonito eh). Con un frío... frío, exagerado, pero como pasamos tanto la semana pasada, creo que nos estamos acostumbrando. Salimos todas las mañanas con temperaturas de -3, -4 grados, así que toca sufrir esto ahora. Nada más salir me quedé esperando a Emilio, y perdí de vista al grupo, y al llegar el compañero, sin calentar, a buen ritmo para recuperar el terreno perdido, pero 10 minutos es demasiado tiempo y tras darnos un buen calentón empezamos a coger un ritmo menos vivo, claro, ya sin frío.
La casualidad se alió con nosotros cuando al llegar al Puente de la Tamarilla vimos a todos parados intentando reparar una pequeña avería en el sillín de Gascón. Nada más comenzar la marcha, otro percance, el soporte de la cámara de vídeo a freír espárragos, al apretarlo me lo cargo. Por fin, y todos juntos comenzamos el camino hasta Puerto Lápice, no sin antes pasar por Villafranca, donde se tuvo que dar la vuelta Fúnez para poder cumplir con su compromisos familiares (máquina de regañar). Una vez pasado Villafranca nos tropezamos con la niebla que nos dejó chorreando la ropa y sobre todo la vista, no ver nada y rodar con un grupo numeroso puede ser... inquietante.
     Al final la cosa se va arreglando y justo en la llegada al Puerto comienza a salir el sol. Y con algo de incertidumbre (el cafecito tira mucho) decidimos continuar hacia el Mingoliva. De nuevo, dos bajas más, Antonio (el presi) y José deciden volverse para no llegar “tarde” (máquina de regañar) a casa. Menos más que el grupo es numeroso, todavía continuamos Luis Fuentes, Jesús Vela, Paco Avilés, Paco Rivas, Emilio Molina, el Sr Reyes Romero, Miguel Ángel Gascón y el que escribe. Buen grupo hemos salido, pero... ¡que prisas!. Otro buen arreón para llegar hasta la puerta que nos da acceso a las Tabernillas, y después de un respiro, ¡ala! Para arriba y como siempre; ¡no, si yo voy a subir despacio! (pero fuerte para que te oiga todo el mundo) Ja,ja,ja. El caso es que el ritmo fue... normal, cada uno como pudo (siempre intentando dejar atrás al mayor número posible de compañeros, ja,ja,ja). Una vez coronada la cima, otra vez a abrigarse bien, que airazo frío, fotos y tirando para abajo, unos rectos hasta la cadena de salida y otros por los toboganes que tanto se nos atascan otras veces.
      Esta salida es una de mis preferidas desde Alcázar, así que volviendo al Puerto por el camino de la Sierra, decidimos pasar por la Capitana, lo que nos costo otro arreón por Don Luis para alcanzar al resto del grupo, que no pasó por esa zona. Justo al alcanzarlos, otro percance más... accidente de Luis, en principio poca cosa pero el resto de la vuelta fue renqueando (como es normal) y es que no puedes relajarte ni un segundo. Proseguimos el camino por la Sevillana, disfrutando otra vez más en la subida, con su respectivo calentón y en la bajada, con su respectivo frescor (pincha en Me gusta). Ya en Herencia, como otras tantas veces, decidimos “soltar piernas hasta el pueblo”, que significa otro arreón de la leche por el camino viejo a Alcázar hasta cruzar el río, a ser posible sin poner pie en tierra y que todo el que pueda intente llegar el primero al alto puntuable del Vernardillo, sin mostrar ningún tipo de flaqueza, ni respiración mas fuerte de lo normal y por supuesto, sin subir de las 110 ppm.
     Para terminar, el último sprint para llegar primero al Pichi, y tomarnos unas fresca. Porque al final... todo sale bien.

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