La casualidad se alió con nosotros cuando al llegar al Puente de la Tamarilla vimos a todos parados intentando reparar una pequeña avería en el sillín de Gascón. Nada más comenzar la marcha, otro percance, el soporte de la cámara de vídeo a freír espárragos, al apretarlo me lo cargo. Por fin, y todos juntos comenzamos el camino hasta Puerto Lápice, no sin antes pasar por Villafranca, donde se tuvo que dar la vuelta Fúnez para poder cumplir con su compromisos familiares (máquina de regañar). Una vez pasado Villafranca nos tropezamos con la niebla que nos dejó chorreando la ropa y sobre todo la vista, no ver nada y rodar con un grupo numeroso puede ser... inquietante.
Al final la cosa se va arreglando y justo en la llegada al Puerto comienza a salir el sol. Y con algo de incertidumbre (el cafecito tira mucho) decidimos continuar hacia el Mingoliva. De nuevo, dos bajas más, Antonio (el presi) y José deciden volverse para no llegar “tarde” (máquina de regañar) a casa. Menos más que el grupo es numeroso, todavía continuamos Luis Fuentes, Jesús Vela, Paco Avilés, Paco Rivas, Emilio Molina, el Sr Reyes Romero, Miguel Ángel Gascón y el que escribe. Buen grupo hemos salido, pero... ¡que prisas!. Otro buen arreón para llegar hasta la puerta que nos da acceso a las Tabernillas, y después de un respiro, ¡ala! Para arriba y como siempre; ¡no, si yo voy a subir despacio! (pero fuerte para que te oiga todo el mundo) Ja,ja,ja. El caso es que el ritmo fue... normal, cada uno como pudo (siempre intentando dejar atrás al mayor número posible de compañeros, ja,ja,ja). Una vez coronada la cima, otra vez a abrigarse bien, que airazo frío, fotos y tirando para abajo, unos rectos hasta la cadena de salida y otros por los toboganes que tanto se nos atascan otras veces.
Para terminar, el último sprint para llegar primero al Pichi, y tomarnos unas fresca. Porque al final... todo sale bien.
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